viernes, 11 de junio de 2010

De repente arrancó la fiesta...

Querido diario:

Trataba de estirar la fecha cada vez que se acercaba. Decían los carteles: faltan 20 días, 10 días, hasta que llegó. Empezó la fiesta del deporte más grande, el mundial de fútbol. Podemos discutir, pero las olimpiadas no tienen la popularidad de los campeonatos mundiales de fútbol. En otro momento la seguimos sobre este punto.

Desde ayer oficialmente se respira a copa. Con Shakira bailando, Black Eyed Peas saltando y K`naan cantando por su vida, ya me emocioné y esperé segundo a segundo la apertura de hoy.

Yendo a los actos, lo más interesante de esta ocasión es que todo fue preparado sencillamente y sin que dure mucho tiempo. No sé si porque era temprano, pero para mí pasó velozmente el tiempo y los equipos que tenían que mover la pelota ya estaban en la cancha.

Eso estuvo lindo, ganó lo futbolístico y las ganas de ver a las estrellas en acción. Y hasta ahí vamos. México y Sudáfrica se encontraban en el primer duelo y con claro favoritismo hacia los aztecas en los papeles previos. Y quedó todo en los papeles.

Al comienzo México tuvo todas las de convertir con jugadas seguidas que tenían como referente a Guillermo Franco (otro argentino arrepentido). Para el final del primer tiempo, Sudáfrica equiparó las acciones, pero se notaba (y mucho) que los nervios formaban parte de esta primera gala.

La agresividad con la que apareció el equipo local en la segunda etapa, nadie esperaba. Se soltaron los “Bafana – bafana” y conviertieron el primer gol de este mundial. Golazo por cierto. Tshabalala se encargó de hacer gritar a más de noventa mil espectadores, que lo único que hacían era soplar la famosa y nunca bien ponderada “vuvuzela”.

Eso cambió el partido y despertó a los mexicanos. Fueron al ataque y descuidaron la defensa, por lo que los sudafricanos casi sentencian el partido con un par de jugadas desperdiciadas. Y como esto es fútbol, si no convertís, te convierten. Es ley y se dio en los minutos finales cuando el “Rafa” Márquez empató y así quedó el partido. Emocionante sobre el final.

Ya dejaban con ganas de ver más fútbol y al saber que unos minutos después arrancaba el segundo match de esta copa, ya no te daba ganas ni de almorzar. Pero para esta cita, el principal invitado no estuvo: el fútbol. Francia y Uruguay dieron un espejismo de agresividad y jugadas interesantes sólo los primeros veinticinco minutos. El resto nada.

Mal planteo de Tabárez, apostando a no perder, a no equivocarse. Y eso hacía que se equivoquen más, inclusive regalando al primer expulsado del mundial, Nicolás Lodeiro. Lo de Domenech era hasta esperable, no profundizó y eran más nombres que jugadores. Pobrísimo.

Quedan 62 partidos y la ansiedad por ver a la selección continúa. Querido diario, de repente arrancó la fiesta y yo ya estoy bailando en el medio de la pista.

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